El impuesto a las ganancias de las grandes empresas ¿solución o limitante?
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Artículo original publicado en el Martes Financiero del periódico La Prensa, el 28 de agosto del 2023
El tema del impuesto mínimo global ha ganado protagonismo en los últimos años debido a la creciente preocupación por la evasión fiscal y la competencia desigual entre países.
Este impuesto busca establecer un porcentaje mínimo sobre las ganancias de las grandes empresas, con el objetivo de frenar las prácticas de elusión fiscal y equilibrar las reglas del juego en la economía internacional. Sin embargo, esta iniciativa ha generado opiniones encontradas y Panamá, como país clave en el ámbito financiero, enfrenta una decisión crucial sobre la posición que debe adoptar al respecto.
¿Qué es el impuesto mínimo global?
El impuesto mínimo global, también conocido por sus siglas en inglés , GMT, forma parte del Pilar 2 de la iniciativa BEPS mediante el procedimiento GloBE (Global Anti-Base Erosion), esta es una propuesta internacional que aspira establecer un porcentaje mínimo de impuestos sobre las ganancias de las empresas multinacionales, del cual el mínimo debe ser el 15%, sin importar dónde estén ubicadas.
Esto significa que, aunque una empresa opere en varios países y busque lugares con bajos impuestos para maximizar sus ganancias, no podrá evadir su responsabilidad fiscal mediante prácticas de elusión.
Ventajas del impuesto mínimo global:
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Justicia fiscal: La implementación del impuesto mínimo global quiere abordar la inequidad en el sistema tributario mundial. Grandes corporaciones han utilizado lagunas legales para reducir su carga impositiva, lo que conlleva a una mayor presión sobre las pequeñas y medianas empresas y los ciudadanos comunes.
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Competencia equitativa: El impuesto mínimo global nivelaría el campo de juego para las empresas, ya que ninguna podría obtener una ventaja competitiva simplemente trasladando sus operaciones a países con menor carga tributaria. Esto impulsaría una competencia más justa y sana en el mercado internacional.
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Aumento de recaudación: Se estima que la implementación de este impuesto podría generar importantes ingresos adicionales para los países, que podrían ser utilizados para invertir en servicios públicos, infraestructura y desarrollo económico.
Panamá, es conocido por su centro financiero y su régimen fiscal atractivo para empresas extranjeras, se enfrenta a una decisión trascendental en torno al impuesto mínimo global.
Aunque ha sido un destino popular y nombrado por Forbes Centroamérica como el país número 1 para el establecimiento de sedes corporativas debido a su régimen fiscal ventajoso, ahora debe evaluar su postura en un contexto de presión internacional para una mayor justicia tributaria.
Panamá, que actualmente tiene la tasa impositiva más baja de la región, así como otras jurisdicciones con bajas tasas impositivas, aspira atraer la inversión extranjera ofreciendo tasas impositivas que de alguna manera ayuden a compensar por las carencias que pudiera tener en diversos sectores como nivel educacional de la población, sistema jurídico ágil o infraestructura desarrollada.
El formar parte de un sistema unificado de impuesto mínimo global puede causar que el país deje de ser atrayente para la inversión extranjera al ser más costoso o poco atractivo operar desde él, versus otros países de similar nivel. Sectores económicos que aportan significativamente al estado como empresa SEM y Zonas Libres podrían llegar a revaluar su estructura interoperacional entre sucursales y casa matriz.
Es por ello que el país debe integrarse de forma permanente a la mesa de discusión en la cual se están estableciendo los criterios de determinación del cálculo y aplicación de este impuesto, para que Panamá pueda defender de la mejor forma, su modelo impositivo y preservar de la mejor forma la industria de servicios exteriores y puestos de trabajo.
El impuesto mínimo global es una propuesta con el potencial de abordar la evasión fiscal y nivelar la competencia entre empresas multinacionales. Para Panamá, la decisión sobre su posición ante esta iniciativa no es sencilla, ya que debe sopesar los beneficios de mantener su régimen fiscal competitivo con las posibles consecuencias de no adherirse a la normativa internacional.
En última instancia, la elección que haga Panamá reflejará su compromiso con la justicia tributaria y su visión para un futuro económico sostenible y equitativo.